miércoles, 7 de diciembre de 2011

Fuerzas galleteras armadas



¡Ay! Hoy por fin vuelvo a poder pasarme por aquí que llevo unos días con muchas cosas entre las clases, trabajos, estudiar ya... que no me da tiempo a nada, pero no quería descuidar el blog, así que aprovechando el puente me he puesto manos a la obra.

¡Mirad lo que me he comprado!

Sí, ¡Una pistola para hacer galletas! No sé cómo, ni cuando ocurrió. Pero de repente la vi en la ferretería de al lado de mi casa y todos los días al ir clase la pistola me miraba y yo, ¡le devolvía la mirada! La segunda historia de amor surge cuando la pistola mira a mi madre, mi madre le devuelve la mirada y dice: “y esas galletas ¿se hacen con ese aparatito?” (o algo así) y decidimos comprarla. Y yo doy saltos de felicidad porque me hace ilusión hacer galletas armada con una pistola. Está bastante bien y, además de las formas para galletas, lleva unas boquillas decoradoras que tengo también ganas de probar porque eso sí que no sé cómo será, con la manga pastelera me voy a aclarando y veo complicado usar la pistola pero es posible que sea mucho más sencillo de lo que imagino.

Ya la tenía desde hace unos días en casa así que ayer fue el gran día: ¿saldrán? ¿no saldrán? Aiss… había leído opiniones de todos los colores: que si se pegan, que si no salen, que si… Pero no importaba, yo quería probar a toda costa y la verdad es que quedaron… ¡EXCELENTES! El sabor mantequilla-vainilla es intenso y la textura es peculiar: se deshacen en mil miguitas al morderlas.

Ojala todos los ejércitos fueran de las fuerzas galleteras armadas y en vez de balas dispararan galletas…todo nos iría mejor. ¿O puede que no? Supongo que también sería un problema comer galletas a todas horas todos los días del año...

La receta la tomé del blog Kanela y Limón porque todas las recetas que había visto procedían de allí así que no dudé un instante y allí que me dirigí. No he hecho la medida entera, sino la mitad y me han salido unas 40 galletitas más un poco de masa suficiente para llenar otra vez la pistola que he probado a congelar para ver qué resultados da así. Así que, como veis, si hacemos la medida entera podremos regalar galletas a todo el barrio y que nos sobren para la hora del té/ merienda.

INGREDIENTES

170 g de mantequilla

125 g de azúcar

260 g harina

2 cucharadas soperas de leche

1 cucharada sopera de esencia de vainilla

1 huevo (L)

La preparación de la masa es muy sencilla, la voy a poner por puntos porque así es como yo me apunto siempre las recetas y resulta más fácil seguirlas:

1. Batir a velocidad máxima la mantequilla, que deberá estar a temperatura ambiente, con el azúcar hasta que blanquee y quede cremosa (unos 10 minutos aproximadamente).

2. Añadir la leche y la esencia de vainilla y batir un poco hasta que se integre.

3. Añadir el huevo (a temperatura ambiente también) y batir hasta que esté bien mezclado.

4. Añadir la harina tamizada junto con la levadura poco a poco. Yo en este momento cambié las palas de batir de mi batidora por las de amasar pero supongo que esto dependerá del modelo, la potencia… y he de decir que la mía es buena pero viejita ya. Al final hay que acabar de mezclar todo con la espátula.

5. Tendremos una masa cremosa pero fácilmente moldeable por lo que haremos cilindros (bueno, lo que a cada uno resulte más cómodo) e iremos introduciéndolos en la pistola.

6. ¿Cómo hacemos funcionar la pistola? Se supone que un tiro, una galleta pero en mi caso había algunas formas que necesitaban dos tiros. Hay que poner el aparato vertical, “disparar” y retirar de un movimiento seco.

NOTA: para la bandeja no hay que usar papel, ni engrasarla, ni tapetes de silicona porque la galleta no se adhiere a la superficie. Para que no se peguen a la bandeja nada más sencillo que soltarlas (o pasarlas a la rejilla) recién salidas del horno.

Hasta aquí llega mi aventura galletera de hoy. Creo que iré probando variaciones (con cacao, más harina, menos…) hasta encontrar una pasta de té que realmente me guste y me recuerde a esas de la caja metálica de toda la vida. Eso sí, no dudéis en poner un poco de mermelada en algunas antes de meterlas al horno porque están deliciosas ¡mis favoritas sin duda! Y se acercan bastante a las que la llevan de las cajitas. También podéis bañarlas en chocolate, coco o lo que tengáis por casa.

La aventura galletera que “prometí” en el post anterior no pudo ser por problemas logísticos, pero que espero poder realizarla algún día.

Prometo traer cosas saladas de nuevo (tengo algún proyecto en mente ya) porque he cogido carrerilla con el dulce y... sinceramente, el salado si está bueno es algo que me encanta (¡aunque a chocolatera golosa no me gana nadie!).

Ah! Casi se me olvidaba… un libro excelente para acompañar estas galletas con un buen té es Arráncame la vida de Ángeles Mastreta, un libro que me hicieron leer en la carrera y que me conquistó desde las primeras páginas con el entrañable personaje de Catalina.

¡Salud y buen provecho!

2 comentarios:

  1. la tengo la pistola y se me olvida , debes tener como dos horitas decir que no sales de casa, la primera vez fueron un desastre total... Di qeu si es una gran receta y cuándo las hagas con cacao me cuentas. Y el libro deberé leermelo, aunque todo lo que cae en mis manos es de reposteria jajja, besitos.

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  2. te han quedado de fabula. Felicidades todo un éxito. besitos

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