martes, 19 de junio de 2012

Sorbete de fresas y queso batido

            Me gustan las fresas. Aunque no me obsesionan como las cerezas. Sí, ya lo sospechaba, pero este año he confirmado que tengo un problema con las cerezas: mi madre compra una buena bolsa por la mañana  y yo por la tarde, si son muchas, en esa tarde y la mañana, he hecho que desaparezcan. Y si no quedan y no han comprado más me entra “la mala leche” porque no sé qué merendar… Aún así, las fresas me gustan mucho, pero reconozco que me gustan más acompañadas que solas y no, no me refiero a las fresas con nata, que si no lo he dicho antes os lo cuento ahora: no me gusta la nata montada, me gusta congelada o líquida, pero montada no puedo con ella. Eso no quiere decir que alguna vez unas fresas con nata no caigan. Pero son especiales: vamos adrede a un horno del pueblo a por la nata, porque es la única que me gusta.
            Fresas con zumo de naranja, con yogur… o en batido. Cuando era pequeña, muchas veces cuando venía del cole mi madre me había preparado un rico batido de fresas y leche o yogur y me encanta ese sabor a fresa natural… odio, como estaréis deduciendo por mis palabras, el sabor a fresa artificial: ni helado, ni chicle, ni batidos…
Ese sabor a fresa natural me transporta a mi infancia y cuando me hago un batido ahora (sí, ahora ya me los hago yo jajaja), no sé por qué, me acuerdo de la cocina de nuestro viejo piso. Es curioso las asociaciones que hacemos entre sabores, situaciones y recuerdos.
            No hace mucho había algo de queso batido 0% en casa que iba a caducar y unas fresas un poco pochas y pensé: mira, creo que poniendo azúcar y un chorritín de leche saldrá un batido rico y así fue. Así que en cuando me compré la heladera que había salido en oferta en el Lidl pensé: como es un tipo de batido “Light” no quedará mal en helado, seguro, y así nos ahorramos una buena cantidad de calorías que si metemos nata. Y aquí tenéis el invento.
            Con respecto a la heladera yo ni me había enterado de que salía. Pero mi chico, que sabe que me encantan los cacharros de cocina, algo que, indudablemente, viene de familia porque poco a poco vamos teniendo de todo, me dijo un “mira qué va a salir” y sin pensarlo más el lunes a las 10 estaba yo ahí comprando la maquinita.
            Su funcionamiento  es tremendamente sencillo: tener la cubeta 24h en el congelador, los ingredientes bien fríos y encenderla antes de echar los ingredientes porque si no se pegarán a las paredes si los echamos con la maquina apagada.

El resultado: no diríamos que es espectacular porque al estar hecho sin nada de grasa es imposible que quede cremoso. Eso sí, da una especie de sensación entre helado de crema, sorbete y granizado que a mí me gusta mucho, porque queda muy fresco, por eso lo he clasificado entre los sorbetes. Le puse poco azúcar, me gusta la fruta ácida, y así ha quedado: para mí perfecto, para los de mi alrededor quizás demasiado ácido.

INGREDIENTES:
200-300gr de fresas maduras
300gr de queso batido 0%
1/2 yogur azucarado
2 o 3 cucharadas de azúcar, aunque si lo queréis hacer light del todo, podéis usar edulcorante.

Ahora solo tenéris que batir todos los ingredientes y a la heladera según instrucciones del fabricante.
          La usé de nuevo, esta vez con un helado hipercalórico, para compensar, que llevaba nata y demás cosas cremosas para ver si queda con un resultado de “heladería profesional” y no me puedo quejar: cremoso, suave, sin cristales... esta semana voy a preparar otro que sí que subiré.
          Volviendo con las recomendaciones de libros, esta semana os recomiendo uno que estoy leyendo yo, La tía Julia y el escribidor de Mario Vargas Llosa, que está resultando mucho más entretenido de lo que parecía en un principio.

Caleidoscópica.

¡Salud y buen provecho!